Esa parte me la llegué a aprender de memoria y le cantaba los movimientos al que jugaba conmigo: Arriba, abajo, ¡salto!. Menudo descojone.
Juas, pues en cierta parte del Turbo Tunnel donde la cosa empieza a ponerse a mil por hora (literalmente
), una de dos, o ibas cantando a toda leche, o tu amigo el pobre tenía que acabar guiándose por intuición propia para no acabar estampado.