Desde que Namco lanzase su famoso
Xevious en 1982 mucho ha cambiado el género de los
shoot’em ups. En los años ochenta, las “navecitas” se encontraban en auge, y grandes títulos, como el nombrado anteriormente, poblaban unas salas recreativas cada día más y más llenas de gente. En pleno 2017, cuando los
shmups parecen haber quedado relegados a una nutrida aunque más o menos marginal escena
indie (alabado sea
Locomalito y su
Hydorah (2010), aquellos que disfrutamos de pegar tiros a todo lo que respira en pantalla debemos más que nunca explorar el pasado que tenemos a nuestras espaldas.
Pero hablemos de la Saturn. Consola condenada por el peso de la historia, olvidada directamente por muchos (entre los que me incluyo hasta hace dos telediarios), se ha construido un fortín armado con paladines robustos (algo canosos tal vez) que la defienden de cualquier intento de vilipendio cometido en internet. Gracias a ellos, el monstruo de dos cabezas de
SEGA no ha muerto sin pelear (algunos dirían que está viva y coleando incluso). Es gracias a estos estoicos de la era 32 Bit que el sistema se ha forjado un halo de misterio, culto y llamativo, que atrae a los que no conocimos la máquina en su día hacia sus circuitos.
Saturn = Shoot’em ups
Veréis, como ya he comentado en mi presentación, estoy aquí porque
Saturn tiene un catálogo de juegos de naves impresionante. No digo que no tenga juegos de otros géneros que te hagan saltar de la silla cuando los disfrutas, pero lo que me ha hecho entrar en este foro/comunidad son los
shmups. Me aficioné al género hace un par de años, cuando investigaba un peculiar sistema muy desconocido en occidente por el gran público llamado
PC-Engine. Esa máquina, al parecer, había plantado batalla a
MegaDrive en Japón, y lo que aquí en Europa y América había sido un duelo entre
Ninty y la compañía del erizo azul, en el país de los
yakuza la cosa era más bien un billar a tres bandas (con claro dominio de los de Kyoto, las cosas como son). Pues bien, al grano, me picó el germen de los matamarcianos, al ver lo espectacular de las propuestas de la consola de
NEC/HudsonSoft.
Y una cosa lleva a la otra. Me puse a investigar como loco, a ver cuáles eran los mejores exponentes del género no sólo en
PC-Engine, sino en todas y cada una de las consolas que amaba. Compré de todo, desde títulos para
Famicom pasando por
PS2-3-4, Xbox360…Vamos, que me dio fuerte. Pero entre todos los nombres que veía, destacaba constantemente un sistema, un sistema para mi olvidado en un armario del cual poseía cinco juegos y que ni tan siquiera los había jugado en condiciones…
SEGA SATURN.
Saturn era como la quintaesencia de los
shmups. En ella, lo mejor de las dos perspectivas (horizontal y vertical) se daba lugar. Había títulos que eran casi venerados, considerados dioses dentro de un olimpo nutrido a fuerza de parir juegazo tras juegazo en esa consola que yo casi ni quería en casa. Nombres como
DoDonpachi, Batsugun, Battle Garegga o Soukyugurentai aparecían en cada ranking que leía, en cada top que veía. Y un nombre…
Radiant Silvergun…un título del que no puedo hablar por experiencia propia, pero que algún día trataremos. Había encontrado motivos de sobra para arrojar luz (y horas de vicio) a mi model 1. Así que me puse a ello.