La saga Monkey Island vuelve a estar de actualizada con el anuncio de una entrega, Return to monkey Island, prevista para este año. A los mandos vuelve a estar Ron Gilbert, uno de los creadores originales, lo que no puede hacernos estar más felices. Y es que Monkey Island me voló la cabeza ya con su lanzamiento original. Tuve la enorme suerte de jugar la versión VGA de PC en su día, allá por 1991, y fué uno de esos juegos que te marcan. Y eso que no tenía tarjeta de sonido y por tanto no había música. Un tiempo después jugué también Monkey Island 2: LeChuck's Revenge y años más tarde la tercera parte, The Curse of Monkey Island. Los tres juegos me causaron una gran impresión. Me volvieron loco, junto a alguna otra aventura de LucasArts como las de Indiana Jones o Day of the Tentacle.
El caso es que las aventuras gráficas tienen un defecto de base muy evidente... no son rejugables. Una vez que has resuelto los puzles, desaparece cualquier tipo de reto y deja de tener gracia jugarlos. Es por eso que no volví a jugar nunca a ninguno de estos juegos. Incluso cuando salieron las versiones especiales, que tengo en formato físico y digital, no los rejugué. Pero oye... han pasado más de 30 años y con el anuncio de la nueva entrega he querido rememorar los primeros títulos. Y esta vez, en lugar de hacerlo en PC o utilizando alguna de las versiones que tengo de la Special Edition, he decidido jugar la versión para Amiga 500, una de las originales, aprovechando mi flamante The A500 Mini y su capacidad para cargar juegos adicionales.
La versión de Amiga fue la mejor de lanzamiento, junto a la de Atari ST. La VGA para PC aún tardó un tiempo en salir. El juego aguanta el tipo en lo técnico sorprendentemente bien. Las animaciones son gloriosas, y tienen muchísima personalidad. Es un juego que tiene un apartado artístico sublime. No se le puede poner pega alguna, hasta el punto de que creo que la versión Special Edition, con sus gráficos rehechos, es una versión alternativa más que una mejora como tal. Quizá un nuevo jugador, que no viviera esa época, prefiera las nuevas versiones, pero las originales son perfectamente válidas hoy en día. Lo mismo se puede decir de la música, que suena de lujo en su versión Amiga. Se echan un poco en falta las voces digitalizadas, ausentes en esta versión y que sí estaban tanto en la posterior versión de PC para CD-Rom como en la Special Edition. Versiones posteriores añadieron otras mejoras. Por ejemplo, el inventario pasó de ser texto a imágenes de los objetos, mucho más intuitivo y visual. Pero aquí tenemos todavía el inventario de texto, más espartano.
La historia de Monkey Island, para el que no la conozca (si es que hay alguien), trata de un aspirante a pirata, Guybrush Threepwood, que llegua a Isla Melee para hacerse un nombre y enrolarse en alguna tripulación. A partir de ahí tenemos una serie de disparates argumentales desternillantes que nos llevarán a descubrir el Secreto de Monkey Island, la legendaria isla a la que no se puede llegar en la que habita el temible pirata muerto LeChuck (bueno, y un náufrago, y unos caníbales vegetarianos...). Todos salpicado de un humor muy británico (aunque sus creadores no lo sean) que me recuerda mucho a los mejores Monty Python, rompiendo la cuarta pared continuamente pero de forma sutil y elegante. Importante destacar la grandísima traducción que nos llegó ya en su época, en un momento en el que no era nada común.
Algunos chistes y referencias no los vais a pillar si no vivísteis la época... esta imagen es una pulla a las aventuras de Sierra, en las que se moría por los motivosmás absurdos y mostraban una ventana similar. Tampoco es nada que afecte al desarrollo en sí, pero si sois viejunos os vais a reir aún más.
El caso es que aún después de 30 años recordaba la solución a alguno de los puzles. No muchos pero sí algunos. Es inevitable con el género, y más cuando algunos de ellos son absolutamente memorables. Ello no me ha impedido quedarme atascado en más de una ocasión. En este tipo de aventuras gráficas tienes que revisar cada centímetro cuadrado de escenario, y dejarte un objeto sin recoger te puede llevar a estar atascado durante horas y horas... a no ser que mires una guía en Internet.
Y eso he hecho. Ya no tengo el tiempo ni la paciencia como para dedicar horas a recorrerme de nuevo todos los escenarios buscando algo que pueda usar de casco. Obviamente eso reduce considerablemente la sensación de logro cuando al fin das con la solución, pero en este punto de mi vida no tengo alternativa. Estas aventuras pueden ser muy difíciles sólo por eso. Me he encontrado momentos en los que la solución pasaba por volver a un sitio en el que ya no tenías nada que hacer, pero en el que al volver aparecía un personaje nuevo que te daba la clave para seguir... pero no tenía sentido que volvieras allí en primer lugar. Además, en esta primera entrega el inventario no tenía imágenes, sólo texto, y la descripción no siempre era clara, por lo que puede ser complicado saber que le tienes que dar determinado objeto de tu inventario a alguien, sencillamente porque no puedes recordar al detalle todo lo que llevas. En su día recuerdo que había puzles que solucioné por simple método de prueba y error, lo que entiendo que tampoco es lo ideal. Curiosamente resolví a la primera el puzle más mítico del juego, el que en Internet ponen como el más absurdo y fuera de toda lógica, y que implica a un pollo de goma con una polea en medio. Lo vi evidente.
En cualquier caso, la mayoría de los puzles tienen lógica, al menos lógica dentro del propio mundo del juego.
El juego está lleno de momentos memorables. Vencer a la Sword Master en un combate singular de insultos no tiene precio. Esto sí que os recomiendo que no lo busquéis en ninguna guía.
Mi partida, sin atascarme mucho y tirando de guía, ha durado poco más de 5 horas. Es un juego corto para los estándares actuales, pero sinceramente creo que es la duración perfecta para su propuesta. Si no usáis una guía se puede ir fácilmente al doble, eso sí.
Conclusión:
The Secret of Monkey Island es toda una experiencia. La verdad es que tiene detalles jugables un poco duros. Es el juego que puso al género entre lo más demandado de principios de los 90, y por tanto es un gran exponente del mismo, con sus virtudes pero también con sus defectos. Jugarlo sin guía y sin conocimiento previo puede ser frustrante, y te puede llevar a visitar las mismas localizaciones una y otra y otra vez sin saber que hacer, y a practicar la prueba y error hasta dar con la clave para continuar. Por eso creo que la clave está en jugarlo de forma mixta, es decir, ten una guía a mano pero consúltala sólo cuando estés atascado y no sepas a dónde ir o qué hacer. Es imposible que a un jugador actual este juego le cree el mismo tipo de impacto que me generó a mí en 1991, pero eso no significa que no sea recomendable. Artísticamente es una genialidad. Su argumento es tan imaginativo y destila un humor tan agudo que sigue siendo tan actual ahora como en 1990. Tiene algún pequeño detalle que te hace arquear una ceja con nuestra sensibilidad del siglo 21 en la que todo tiene que ser políticamente correcto... pero nada serio. Es un juego con una atmósfera tan única que poco se le ha acercado. Para quien no lo haya jugado nunca, diría que es una mezcla entre Piratas del Caribe y La Vida de Brian, pero en formato videojuego. Si no lo habéis jugado nunca, buscad la forma de hacerlo. Pero sabed dónde os metéis.
NOTA: 9